Noche de Sanhain.
Miró al cielo y creyó ver miles de hogueras en la noche. Un libro de fuego alimentándose del espíritu de miles de robles milenarios. Sintió como lo penetraba el poder de la naturaleza calma, la que llega más lejos sin pies ni alas para atesorar la fuerza y clarividencia de lo ignoto y se acurrucó en el ombligo del mundo. Entonces escuchó o presintió la Voz:
Arden los robledales. Los druidas abren sus ojos y hojas para ver más allá de los que están y los que se han ido. Niños monstruosos, famélicos, recorren las calles y aporrean las puertas atrancadas. Este aquelarre el frío se quita la máscara y nos enseña el rostro. Las calabazas huecas tienen las velas apagadas y nos dejan desamparaddos en los caminos. Esta noche, mejor no abrir cuando alguien llama y puede que seamos los que estamos tocando. Arden los robledales.
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Abel German -
Robert -