Blogia
Impronta en las dunas

La luna, el poema y yo.

La luna, el poema y yo.

    La luna regresa siempre rebotando por los poemas y se sitúa allí, extraña, en esa porción del cielo. La veo falsa, ridícula, como un apéndice estrafalario de la Tierra. Busco todas las luces posibles y me envuelvo en ellas hasta que la luz del astro sea una abstracción. Entonces recupero la luna húmeda que brota de mi lengua y la asesino con voluptuosa alevosía. Luego, hipócrita por instinto, la lloro y sepulto en un pobre poema harto de lugares comunes. Esa luna soy yo. El poema deseo que sea de otro. Algo eterno ha rozado mi mediocridad.

1 comentario

Abel German -

De nuevo el texto y la imagen se complementan muy bien. Ambos trasmiten un mensaje que es, en cierto sentido, un llamado de atención sobre el uso de ciertos recursos a la hora de hacer poesía. Es decir, que se trata de una excelente reflexión sobre la luna como símbolo poético y, más allá, sobre la existencia.