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Impronta en las dunas

Después trascendente.

    A la pobre alma, recién salida de su cuerpo inerte, le dice Dios con una alegría rutinaria:

    - ¡Bienvenida a la Eternidad!

    La incorpórea silueta mira el infinito mar de luz sin formas y replica:

- ¡Así...?

- ¿No te hace feliz?- le pregunta Dios de oficio.

- Prefiero la muerte- es lo que responde.

-Es esto.

- ¡No, no! ...quiero decir la muerte sin más allá o...más acá, no sé...¡dejar de ser, eso!

    Por costumbre perceptual humana, el alma cree avizorar un rasgo de divina tristeza en Dios cuando dice:

- ¡A mí tampoco me gusta ser Dios!

1 comentario

Abel German -

A este buen texto podría ponérsele el listín "sin comentarios". Lo deja dicho todo. Y bien.