Vestido arriba.
Esa mujer se ha desnudado vestido arriba con la dejadez del cansancio. Ahora yace con todas sus formas en ofrenda a la obscena apetencia de tus manos. Huele como un templo que se defiende con una maldición, eso te hace vacilar en los límites y no sabes si aún la deseas. Permaneces vestido, extraño, frío, disolviéndote en la luz que la baña. La luz juega con su pelo desbordado y el lecho revuelto que ya te está olvidando. Sales y eres otro.
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Abel German -
Yo -