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Impronta en las dunas

Ver sólo con los ojos.

    A veces quisiera ver sólo con los ojos. Ver la realidad desnuda, con toda su carga provocativa, sus incorrecciones. Poseerla y ser poseído. Perderme en su desorientación innata que es la forma de orientarse en su eterna metamorfosis, el caos de sus pulsiones que sin saberlo son las mías. Mi cerebro se empeña en maquillarla para que la ame y no sabe que, precisamente para que la ame, debería desmaquillarse hasta los huesos y más allá, hasta su nada profunda, su útero cósmico, donde se generan todas las pasiones y sus muertes. Seguramente estaré allí, en posición fetal, esperando ser expulsado al Reino del Misterio que curiosamente lleva mi nombre. Puede que de todos modos necesite a mi cerebro para enmendar a mis ojos. Que necesite, en fin, un escudero frente al terror. 

2 comentarios

Maria Elena Lee -

Cuanta filosofía narrada de manera tan hermosa. Siempre tus poemas son tan profundos que los comparo con una flor de loto, que cuando uno cree que llegó a lo más profundo de sus pétalos entonces empiezan sus raices sumergidas en otro mundo líquido que no por ser invisible deja de ser real.

Abel German -

Un texto perfecto. Uno se queda pensando en las distintas trampas que nos tienden las limitaciones de nuestros sentidos y el propio cerebro frente a la realidad. Y se pregunta, ¿es humano ese coraje que nos propone el autor? ¿No es esa la visión que le atribuimos a Dios? ¿Podría el hombre soportar esa visión descarnada del universo... de la vida?