Ventanas entornadas
Ecléctico caballo de insípida hondura galopando su miseria en los empedrados. Un jinete lo acosa desde el goteo inacabable del viernes, del hedor insoportable de las ranuras del día y el ocaso vestido de heraldo para ser el oportuno de las esquinas de la noche. Un grilleo en desmesura abre el candado minúsculo de la puertecita de las despedidas. El caballo resopla harto de caminos y se desploma. Aquel, por no mirar, se mastica los ojos y los escupe sobre el crepúsculo; las ventanas entornadas, ven.
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Abel German -