Yo en el país de las alicias.
Los relojes lamen mis circunstancias con ensañamiento. Engordan con mi tiempo cual termitas en un viejo caserón de Nueva Orleans. Pero nada de blues, sólo el tictac monocorde y un vaciamiento insomne. Las noches y los días como un parpadeo de la realidad intentando reconocerme. Me he malgastado en pos de un porvenir enraizado en el pasado, consigna que ha hecho del instante un precario escalón de una escalera apoyada en el aire. Sigo siendo un niño de ojos grandes, abiertos a una interminable campaña por fabricar un paraíso de alicias en un laberinto de espejos.
2 comentarios
Maria Elena Lee -
que me transportaba a otras dimensiones. Una vez más no tengo palabras para calificar este hermosísimo poema, que me evoca tiempos pasados llenos de encanto
Abel German -