Los nudistas.
Nubes manchadas de ilusiones en la avenida azul del mediodía. El mar sobornando a las dunas. Un punto alado en las alturas y los alisios animando las palmeras. Nosotros, desnudos en la arena, caldeados por un sol intermitente sospechosamente bondadoso. Hay una brevedad que nos adormece y el peligro se repliega en una sensación gratificante. Puede que existir sea sólo esto y lo demás desagradables ensoñaciones y también que esto sea el Paraíso y yo y tú la primera pareja y la supuesta memoria sólo una advertencia. Quizás Dios no es el tramposo que hemos imaginado.
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Abel German -
Robert -