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Impronta en las dunas

Y habré visto algunas cosas.

    ...y habré visto algunas cosas imposibles con la posibilidad que les provee el verso. Habré caminado sobre la alfombra del éxito, recibiendo el aplauso de una mano,mientras observo el vuelo de un ave con un ala. Sentiré el agobio de las ausencias, multitud que me aclama con silencios. Sabré al fin que el saber, es el modo útil de la ignorancia y caminaré por el sendero de los iluminados con una certeza: acertar es equivocarse sin culpas. 

(H)ojeando catálogos de Arte.(2)

(H)ojeando catálogos de Arte.(2)

Hueles a olvido.

Hueles a olvido.

Hueles a olvido

amarilleas deshojándote

te enfrías y ya no puedes

los vermes te reconocen

en la ilusión de sus hartazgos

Quieres llamar

pero se resisten los nombres

sólo te queda eso

imaginar que has sido

imaginar que ha habido alguien

con tu esencia

después

y antes del polvo.

Ángulos de mi fortuna.

Ángulos de mi fortuna.

La luna, el poema y yo.

La luna, el poema y yo.

    La luna regresa siempre rebotando por los poemas y se sitúa allí, extraña, en esa porción del cielo. La veo falsa, ridícula, como un apéndice estrafalario de la Tierra. Busco todas las luces posibles y me envuelvo en ellas hasta que la luz del astro sea una abstracción. Entonces recupero la luna húmeda que brota de mi lengua y la asesino con voluptuosa alevosía. Luego, hipócrita por instinto, la lloro y sepulto en un pobre poema harto de lugares comunes. Esa luna soy yo. El poema deseo que sea de otro. Algo eterno ha rozado mi mediocridad.

(H)ojeando catálogos de Arte.(1)

(H)ojeando catálogos de Arte.(1)

La cornisa.

La cornisa.

Una niña canta en la cornisa de la mañana.

Es un gorjeo de ingenuidad ante las provocaciones del vacío.

Canta porque tiene aún intactas las alas.

Entorno con añoranza.

Entorno con añoranza.

La hora del té y tú.

El té es un muelle aromático

donde amarrar el espíritu de las tardes.

Atadura y resguardo para los sueños.

El delicado bamboleo del paladar sugiere el misterio.

Nos miramos desde la imprudencia de un contacto.

Hay una intimidad desnuda

en el humo franco de las tazas.

Yo bebo

         tú bebes

                   tu lengua paladea

la mágica esencia de las hojas

e insinúa la leyenda de un beso.

El sabor final de la bebida

me arrastra al sorbo aniquilador de tus labios.

Te bebo como al té en el ritual del ocaso.

Adicto para siempre a la hora del té y tú.

Imagen y semejanza.

Imagen y semejanza.

    La hondura gestual de la calle.

    El pestañeo asombrado de sus lámparas, la intención

lasciva de sus rincones

y las bocas imprevisibles de las ciudadelas

que guardan blasfemias 

en su avara oscuridad de porte rancio.

    Desde las azoteas,

ojos con sed,

             mironean la dádiva del desnudo

en un innúmero festín de ventanas.

    El calor.

    Una tos seca. Profunda. Tos insomne,

como alternativa a la asfixia.

    El llanto monótono de un niño, llanto

que se acopla a la tos, como dos necesidades antípodas,

síntesis de un desamparo casi universal.

    Desamparados, los amantes que sucumben a la rutina

e incuban sin saberlo, el áspero huevo del odio.

    Desamparado, el ángel que se asoma al vasto cinturón

de la miseria y el impacto le arrebata la levedad

y le hace arrastrar las alas

con un gesto tambaleante y sucio.

Le gritan al ángel, le apedrean,

apenas logra escapar

y ocultarse en el lugar más oscuro,

como un gato moribundo.

    Desamparados, los que han tirado las piedras al ángel,

sin saber que era un ángel y luego le ruegan a Dios

que les envíe un ángel.

    Desamparado Dios ante su creación,

la imagen multiplicada de su desamparo.

Convicciones.

Convicciones.

Yo sé que pasan caballos

por algún lugar del desierto

que hay ojos descifrando dunas

en complicidad con el cielo

y hay polvo

   hay viento

          y reptiles como areniscos relámpagos

          ocultos en los espejismos

          para prodigar su veneno

Sé de la sed

     y los sedientos

                          que alucinan

                          bajo látigos de fuego

                          acompañados en su maltrecho andar

                          por los espectros de sus muertos

Y sé que hay oasis

           y hay misterios

                    en la noche un cielo para tocar

                    si lo permite el aliento del hielo

Y también sé

que nadie buscará mis huesos.

Visiones 1.

Visiones 1.

El puente de los buenos.

    El efecto es sorprendente, parodia lluvias, escalofríos. Se despeja el hombro en el horizonte de la brisa. Con un pronóstico así los parasoles enferman en pasarelas de paraguas y la arena es sólida referencia. Hace años no sucedía algo semejante, los relojes dalineanos se comportan racionales y miden con exactitud los sueños, sin tictaces, blanduras ni pausas, poblando de hijos la paranoia de Cronos. Hay simpleza en el paisaje de buscasoles desorientados. Un niño comienza a olvidar la muerte buscando palabras, saboreándolas. Un agonizante, poco a poco, recobra la memoria olvidando. Por el puente de los buenos pasan y pasan, preguntas recién contestadas.

Bosón poético.

Bosón poético.

    He aquí la ciclópea cómplice de mis búsquedas por el entorno, víctima de su propia sagacidad, Ariadna en su red, en fin, como imagen.

    Les prometemos nuevas revelaciones y rebeliones. Irreverencias textuales y visuales. Como universo independiente, interpreto como quiero mi trocito de Big Bang, pero no ignoro que existo en complicidad con los universos paralelos. Jugamos y en el juego, mutamos y mutamos, parpadeo de lo inexplicable. Creo que todo es probable...¡hasta la Realidad! Lo primero fue la Palabra, luego la Metáfora.

    Yin se llamaba mi gata y Yang mi gato, ahora son un inquietante maullido de la Nada, un bosón poético.

Cain humeante.

Cain humeante.

Humo.

Tres

le dijeron

pensaba que eran dos

sucede que sólo era uno

Siempre Uno

lo demás

¡Humo!

Ventana 1.

Ventana 1.

Memorias de la torre.

    Como horizontes las paredes de mi obstinación. Decirme, este límite soy yo y este otro. Tirar la llave al foso y languidecer lamentando la desgracia elegida. Dios cabalgando un corcel cósmico al otro lado del puente, yo desgañitándome cual doncella desde el corazón de la torre. El jinete absorto con las cabriolas de su cabalgadura, yo asumiendo mi culpabilidad y resignándome. Los horizontes estrechando su abrazo, mimosos, pasionales, asfixiantes. Oigo como se va el caballero, como se diluye el galope en la metáfora de la distancia.

Bejuqueda 2.

Bejuqueda 2.

El lugar.

Descríbeme el lugar

le pidió ella

Él no sabía como hacerlo

es un lugar como todos

fue lo que dijo

Ella no quedó satisfecha

todos los lugares son diferentes

expresó

Él lo sabía, sí, pero no sabía como describirlo

por eso

Complicado querida

complicado

agregó

pero si insistes

te diré que es un lugar sin adjetivos

puros verbos

y sustantivos esclavos de las desinencias

 No sigas

le interrumpió ella

lo conozco

en él vivimos.